Itmām al-hujjah (en árabe اتمام الحجة, finalización de la prueba, de itmāmu conclusión, realización y ḥuǧǧatu pretexto, prueba) es un concepto islámico que denota que la verdad religiosa ha sido completamente aclarada por un mensajero de Dios y puesta a disposición del pueblo, que no tiene excusa para rechazarlo.
Papel del mensajero
El concepto del Itmām al-hujjah requiere que la verdad religiosa sea presentada por un rasul (mensajero) y no por un nabi (profeta). El primero es aquel que recibe el mensaje para una comunidad en forma de libro y por tener asegurado el éxito en su difusión. Mientras que todos los rusul son anbiyaa, lo contrario no se cumple.[1][2][3] en el Islam sunita, un Imán puede ser en sí mismo el hujjah a través del cual la presencia de Alá se establece para el creyente.[4]
Véanse aclaraciones sobre Nabí y Rasul en Profetas del Islam.
Castigo de los detractores
El Corán afirma que después de que se haya dado la Itmām al-hujjah, aquellos que rechacen la verdad religiosa no tienen ninguna excusa y serán castigados por Alá. Este castigo puede darse en este mundo y en la vida futura: el juicio en este mundo se considera un ensayo del castigo o recompensa final, el día del Qiyamah.[5]
El Corán explica este castigo en el sura 14:
Generalmente, se considera que el castigo vendrá como un desastre natural o por la mano del hombre.[6]
Clases de castigos
Por medio de desastres naturales
Llega con calamidades naturales, si el mensajero tiene muy pocos seguidores y algún lugar al que emigrar.
Los ejemplos en el Corán son los pueblos de Noé, Lot, Saleh, y Shoaib, que junto con algunas otras naciones fueron castigados con terribles tormentas, ciclones u otras calamidades que las destruyeron totalmente. Una excepción notable sería la gente del Libro, puesto que los monoteístas no fueron destruidos sino que quedaron reducidos a la esclavitud. Consideran que los judíos están siendo castigados por medio de la constante persecución de los seguidores de Jesús hasta el día del Juicio Final.[6] que el Corán explica así:
Por la mano del hombre
El castigo viene a través de las manos humanas cuando el mensajero ha emigrado con su gente a otro lugar en donde ha alcanzado soberanía política y un número considerable de seguidores. El mensajero consolida su poder y entrena a sus seguidores y los prepara para la batalla, de modo que puede desarraigas a los descreídos y establecer la supremacía de su religión.[6]
Según Ghamdi, el principal ejemplo que muestra el Corán es Mahoma mismo, que después de conquistar la Meca y dar los politeístas árabes un plazo de cuatro meses, pidió a sus seguidores que les persiguieran y mataran hasta que abrazasen el Islam.[6] El Corán dice:
Los musulmanes también citan a Moisés como otro ejemplo, especialmente su castigo a los que adoraron al becerro de oro.[7]
Ghamdi afirma que otro verso del mismo sura se ocupa del castigo a los judíos y cristianos, puesto que a los monoteístas no se les amenaza con la muerte sino que quedan subyugados al estado de dhimmi:
Notas
Referencias
- Ghamidi, Javed (2001). «Mizan». Ed. Al-Mawrid. OCLC 52901690.
- Armstrong, Karen (1993). A History of God: from Abraham to the Present: the 4000-year Quest for God. Ed. Heinemann. ISBN 0-434-02456-2.
- Maududi, Abul Ala (1971). «The Meaning of the Qur'an». Ed. Lahore. OCLC 7849929.
- Saleem, Shehzad (marzo de 2002). «Islam and Non-Muslims: A New Perspective». Renaissance 12 (3). ISSN 1606-9382. Archivado desde el original el 15 de noviembre de 2006. Traducción automática de Google a español
- Lewis, Bernard (1984). The Jews of Islam. Ed. Princeton University Press. ISBN 0-691-00807-8.
Véase también
- Revelación divina
- Yihad
- Proselitismo



